miércoles, 4 de septiembre de 2013

EL SEÑOR ESTOPADISCO


A veces es bueno y a veces es cruel. Es bueno cuando se queda detrás de la puerta y vigila con sus ojos enormes que todo esté en orden, porque todos tenemos una tarea que debemos cumplir. Él se encarga de asegurarse de que yo no me siente nunca, porque mi deber es trabajar. Si me canso y me detengo, su obligación es evitarlo. 

Estoy aquí porque quiero llevarme a mi hermana Dolores a casa. La extraño mucho, es tan dulce y serena, y no me molestan los disparates que dice o hace, estoy acostumbrada. Asimismo, me siento culpable de que permanezca internada. Siento que la abandoné, y eso no le hubiera gustado a papi. A él también lo extraño, pero la muerte no nos regresa a nadie. En cambio, Lolita sigue viva. 

Es cruel cuando se pone el abrigo amarillo y me asegura que soy una máquina. Dice que yo no me llamo Lola, y que no escuche a las personas que me llaman así. Yo le obedezco, porque me da mucho miedo el color amarillo, y no volteo cuando me dicen: "Oye, Lola". Entonces el Señor Estopadisco se calma y se quita el abrigo y se pone a cantar con su garganta de fibra. Siempre canta do-fa-mi-sol-si si-re-do-fa-la y eso me gusta... ¡sí soy una máquina! ¡Me gusta la música para motores!

Lola no tenía signos de desequilibrio... quiero decir, no tan evidentes. Lo que siempre tuvo fue la obsesión por mantenerse ocupada. Presionaba a papi para que la pusiera en clases de todo. Él no tenía mucho dinero, pero le gustaba que fuera tan trabajadora y estudiosa. Me la empezó a poner de ejemplo y se volvió más estricto. Se las ingeniaba para inscribirla en cursos de natación, de cocina, de gimnasia, de fútbol, manualidades, lo que fuera, y yo también me veía forzada a tomar varios. Sin querer, papi incentivó su trastorno. 

Y también sé que soy una máquina, porque hago cosas sin cesar y porque no me gustan los humanos. A los humanos tampoco les gustamos la gente-máquina, nos ven como algo raro porque no nos comportamos como ellos, y les da recelo. Pero no saben que así es como las cosas deben ser. los ojos del Señor Estopadisco tienen cámaras que transmiten en el cuartel del vigilante superior, y si el asunto no marcha bien, habrá represalias. 

El Señor Estopadisco era un muñeco que construímos con la estopa aceitosa del taller mecánico de papi, una patineta para trasladarlo y dos discos de vinilo de Julio Iglesias como ojos. Lo vestimos con un abrigo viejo y le agregamos otros detalles con botones, pintura y trozos de juguetes rotos.  A veces me siento culpable por haber hecho aquel adefesio jorobado, y seguirle la corriente a Lola de hablar con él, pero era un juego infantil, ¿cómo podía saber..? 

Hay sangre en todos los pisos, porque los humanos también se tienen miedo entre sí. El miedo vuelve locas a las personas, y entonces matan. El color amarillo también mata. Si lo miramos mucho tiempo, dan náuseas, ciega y luego nos morimos. No lo vaya usted a intentar. Por supuesto, nada es más mortal que la locura colectiva…

Uno de los problemas es el miedo. No el suyo, sino el de los demás a enfrentar el universo absurdo en que vive... y el mío. A veces siento que también voy a perder la razón, que estoy en la orilla de ese precipicio y es apenas un hilo de voluntad el que me detiene. Sufro de depresión desde que asaltaron a papi y lo mataron. Otro problema es que Lola en ocasiones tiene un cierto contacto con la realidad que la angustia mucho, y ve las caras de asombro o asco ante sus alucinaciones y la hacen sentir inadecuada. En cambio, en su delirio es feliz.

No es normal para ellos, lo sé. A veces me doy cuenta de que no, y me duele no poder ser así, sentarme y trabajar sólo de vez en cuando, y que el Señor Estopadisco no exista más que en el pasado. Pero es que yo lo veo, yo sé que está allí. Y también veo otras cosas que sé que sí están allí…. Oiga… ¿a qué hora viene papi por mí? 

Siento haberles hecho perder su tiempo. Creo que fui egoísta al querer llevármela. Aquí en el hospital hay jardines, y en mi casa estaría encerrada entre cuatro paredes, sin sus compañeros de pabellón que no ven nada inusual en su comportamiento. No estoy de acuerdo con ustedes en que ella no esté lista para salir, pero sí estoy segura de que el mundo no está listo para acogerla.  

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