miércoles, 18 de septiembre de 2013

CONSPIRACIÓN EN EDRÓPOLI

Morek

Un búho telepático llamado Morek vivía en lo más alto del monte Cuarzo en el dodecaedro uno. Lo aislado de su domicilio se debía a que era el ser más hostigado por la opinión pública. Por un lado, lo apreciaban porque ofrecía el servicio de enviar mensajes directo a la mente de las personas, por una cuantiosa suma, cuando era imposible comunicarse con ellos por los medios habituales, pero también lo odiaban, además de por sus precios, porque cualquier mensaje que transmitía, fuera lo que fuera, terminaba hiriendo la susceptibilidad de alguien.
 
La mayoría de las misivas que le encargaban a Morek eran quejas, amenazas e insultos, que iban desde "¿Por qué no fuiste a mi fiesta de cumpleaños?" hasta "Te mataré cuando menos lo esperes". Mónica, que era la líder de la hermandad secreta de anarquistas, había recibido muchos como el último. Ella y su equipo creciente tenían un ambicioso proyecto de rebelión, y su primer paso era raptar a Morek, convencidos de que estaba al servicio exclusivo de los poderosos de Edrópoli, y obligarlo a trabajar para el pueblo de forma gratuita. 

Morek convivía exclusivamente con un selecto grupo de celebridades e intelectuales y con las marmotas del bosque del dodecaedro dieciocho, a las que apodaban "las fumamotas", por obvias razones. Acceder a su reducido círculo parecía una tarea difícil, pero idearon la Operación Red, una estrategia para ir de contacto en contacto hasta Morek. Enri, el extrovertido tío de Mónica, era el contacto cero ideal. Después de casi un año, logró hacerse amigo de Clarisa Arista en la universidad. Los Arista no eran la clase de ricos que socializan demasiado, sino de los que se encierran en una oficina para generar montones de dinero, que luego no disfrutan mucho por estar encerrados en una oficina, y así hasta el infinito. Sin embargo, Clarisa invitó a Enri al cumpleaños de su hermano Luis, y allí estaba el contacto dos, que en realidad formaba parte de la lista de individuos para contacto tres: Afrah, la hija de los dueños de toda el agua potable de Edrópoli. Si Enri conseguía frecuentarla, el plan se aceleraría. Usó con éxito sus encantos masculinos para atraerla, pero resultó que los Arista también esperaban esa clase de acercamiento con Luis, el cual a partir de entonces no dejó de vigilarlo. Por fin, Enri se le escabulló, y entró a un vestidor a cometer la imprudencia de hablar por intercomunicador con Rodrigo, su otro sobrino.

— ¿Puedes creer que el dandy estúpido del hermano de Clarisa no me permite acercarme a nuestro siguiente contacto? Y no sabes lo importante que es.

—¿Y luego? ¿Yo qué?

— No sé cómo ser discreto, tú si eres bueno para eso, dame algún consejo para...

Vislumbró una sombra cerca de la puerta. Era Luis. Trató de escabullirse, pero Enri lo interceptó. En confidencia, Clarisa le había contado a Enri que encontró a Luis robando un cheque del escritorio de su otro hermano, Jesús. Enri usó esta información para amenazar a Luis si se atrevía a decirle a alguien lo que escuchó. Luis no abrió la boca, pero Enri se convirtió a partir de entonces en persona non grata para los Arista. 

Por lo visto, tendrían que comenzar la Operación Red de nueva cuenta, pero algo inesperado sucedió. Clarisa se enamoró de David, el padre de Mónica, y decidieron casarse. David era dueño del bar bohemio Prisma y desconocía que sus hijos y hermano insistían en no cerrarlo, aunque estaba en bancarrota, porque usaban el establecimiento para sus reuniones clandestinas. 

En una de ellas, una noche lluviosa, revisaban los nombres de los invitados a la boda, para ver si entre ellos estaba alguno de los personajes clave que tenían listados, y si no, para inducir a Clarisa para que invitara a Afrah. En ese momento, en la puerta del bar Prisma se escuchó un suave golpeteo. Rodrigo se asomó por la ventana antes de abrir. Mojado, pequeño y sereno, allí estaba, sin hacerse acompañar de nadie, el mismísimo Morek.

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