miércoles, 27 de noviembre de 2013

SPIRIA 1

El dragón Napay.


El dragón Napay era una gran serpiente con escamas de cristal y hocico de acero, que vivía en el fondo del lago del Tiempo Perdido. Su ataque era el más agresivo de todo el país de Spiria. Escupía una suerte de baba viscosa que funcionaba de dos maneras: como ácido y como material altamente inflamable, y a veces también destrozaba a sus víctimas entre sus colmillos. No obstante, sus brutales asesinatos, aunque no respetaban a ninguna criatura, sólo ocurrían cuando Napay sentía algún tipo de obstáculo para su integridad o sus propósitos. 

Pero cuando Napay les dio una muerte horrible a los marineros del rey Nain, como represalia por pescar en su lago, el error del monarca fue suponer que Napay era una amenaza para todos sus súbditos, y enviar a su ejército para que luchara en su contra. Al hacer esto, provocó lo que quería combatir. Tras una cruenta batalla entre las aguas, en la que todos los soldados perecieron, el dragón Napay pensó que todo el reino de Spiria estaba en su contra, y salió del lago del Tiempo Perdido para asolar a la aldea cercana, y luego esconderse para acechar en las sombras en espera de completar su venganza.

Encontrar a Napay y matarlo se convirtió en prioridad para el rey Nain, por lo que lanzó una convocatoria irresponsable en la que aquel que lo consiguiera, sin perder la vida en el intento, ganaría una buena recompensa. Muchos se aventuraron a las cuevas cerca del Tiempo Perdido, y lograron que la temible bestia saliera de su guarida a luchar contra lo que quedaba de las huestes reales. Como consecuencia, Napay sólo dejó un nuevo rastro de cadáveres, y  desapareció de nuevo.

Entonces Nain, ya obsesionado, tomó otra decisión fatal: liberar a los demás dragones.

CONTINUARÁ...


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miércoles, 20 de noviembre de 2013

AMIGAS



Salíamos todas como un solo ser después de la escuela y cruzábamos la Avenida Madero en fila, descalzas, sintiéndonos en Abbey Road, y luego comíamos una hamburguesa en una de esas fuentes de sodas del centro, tan anacrónicas como nuestros gustos musicales. Más tarde, alguna creía ver un hombre guapo por Villalongín, y entonces corríamos libres a ese encuentro imaginario.

Esto lo repaso, detalle a detalle, mientras recorro la Avenida Madero, con zapatos apretados. Al cruzar la calle, esquivo un carrusel de rostros de pueblo cansado, que son espejos, y al pasar junto a la fuente de sodas, la veo convertida en una tienda de ropa de mala calidad. En Villalongín, la policía está arrestando a unos sujetos, por lo que las personas caminan rápidamente en dirección contraria, solas y asustadas tras ese encuentro indeseado.

Nosotras, mientras tanto, somos los fragmentos de un planeta desintegrado flotando en el espacio.

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miércoles, 13 de noviembre de 2013

QUÉ SIGNIFICA CUMPLIR AÑOS



Yo con cara de "mátenme", en mis veinte años
Hoy cumplo veintiséis años, y lo tomaré como pretexto para divagar un poco sobre lo que significa saber que llegamos a un año más de vida. 

UN HECHO MATEMÁTICO SIN RELEVANCIA
Todos cumplimos años, y, si lo vemos con frialdad, importa muy poco la edad que una tenga. Simplemente es un indicador de hace cuánto tiempo fuimos una ratilla calva, morada, gritona y viscosa que surgía de las entrañas de mamá. En otros planetas un año es mucho más largo o mucho más corto, por lo cual allá seríamos “más jóvenes” o “más viejos”. En conclusión, un dato puro y duro que no determina absolutamente nada con respecto a nuestras capacidades, personalidad y, muchas veces, ni siquiera el aspecto. 

UN MOMENTO ESPERADO CON ANSIA
Yo con cara de "ya llegó su diva", en mis cuatro años
Cuando somos niños, esperamos el cumpleaños con emoción porque significa regalos, fiesta, sobredosis de azúcar, la única etapa de la vida en que puedes vestirte con un disfraz estúpido y lucir tierna, y convertirte en el centro de atención por un día (especialmente cuando no lo eres en ningún otro momento del año). En muchos casos, los padres se esfuerzan en hacer esa fiesta con todos los recursos disponibles y con el tema favorito del chiquillo estampado hasta en las servilletas. Son inolvidables los pasteles que hacían mis primas con algún personaje de Disney dibujado en betún, mismo que también constituía la forma de la piñata, lo cual no nos impedía romperle el trasero a palazos, y lo impecable que organizaba mi madre ese superfabuloso momento especial que sólo me pertenecía a mí.  

UN MOMENTO EMBARAZOSO
¿Quién no ha sentido necesidad de colocarse debajo de la mesa mientras le cantan el Feliz Cumpleaños o las Mañanitas? ¿Cuál quinceañera sigue soñando con ponerse un vestido que parece carpa de circo una vez que se convierte en treintañera? ¿En qué momento pensamos que es buena idea hacer un concurso de quién se empina más tequilas en diez minutos, y seguir tomando fotografías después de eso? Creo que en el fondo el ser humano siente un profundo disfrute al hacer el ridículo (la prueba definitiva es que seguimos existiendo personas que deciden estudiar teatro).

ALGO ESTRESANTE E INDESEADO
A pesar de que la única verdad sobre el asunto es el punto número uno, nuestra sociedad le ha puesto una carga excesiva a la edad de las personas, sobre todo la de las mujeres. Como ya lo expresé alguna vez, si te sale una arruga, una lonja o una cana, es el acabose, y tu valía personal se menoscaba ante los otros, por lo cual nos esforzamos en ocultarlo, como si no fuera lo más natural e inevitable. Si tienes más de treinta y cinco años ya no te contratan en algunas empresas, lo cual es simple y llanamente absurdo, y si no tienes “logros” a cierta edad, eres un perdedor o una cotorra solterona. Tengo que admitir que soy lenta como un caracol para cumplir mis objetivos profesionales, y yo misma me dejé contaminar con ese jueguito perverso, por estar avanzando en los 20’s tan vertiginosamente. Pero si este es nuestro ritmo, y lo damos todo cada día ¿por qué nos tendríamos que sentir mal? 

CELEBRACIÓN DE VIDA

Nuestra vida es un milagro, incluso, o, más bien sobre todo, si lo vemos desde un punto de vista científico y lógico. Las posibilidades de que se juntaran todas las condiciones para un mundo, no sólo propicio para habitarlo, sino placentero y hermoso como el nuestro, eran mínimas. Entonces creo que celebrar que estamos aquí no es una locura, ni siquiera si eso implica que tus amigos intenten asesinarte al empujar tu cara sobre el betún, o que el tío Teofilito diga el discurso más incómodo de la historia en tus dulces dieciséis. Pero incluso si no se tiene la posibilidad de celebrar de forma convencional, o si estamos solos por completo, saber que lo lograste un año más sin que te arrollara un camión debería ser gozoso. He tenido muchos cumpleaños memorables, llenos de regalos y fiestas espectaculares hechas por mi madre o mi madrina, pero a veces lo simple también se recuerda con gusto. Recuerdo uno en que entré al baño de la universidad tranquilamente a hacer lo que tenía que hacer, y en uno de los cubículos me esperaban mis compañeros para sorprenderme con una gelatina. Nada convencional ni costoso (ni higiénico), pero el amor con que aguardaban encaramados en aquel excusado, y el que alguien se tomara el trabajo de hacerme una gelatina, se quedará conmigo siempre, aunque ya no los vuelva a ver. Eso es lo que cuenta. Si nos quitamos la edad, equivale a querer borrar de nuestra vida todas nuestras experiencias, que son lo que sí nos hace ser quienes somos. 

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miércoles, 6 de noviembre de 2013

CONSPIRACIÓN EN EDRÓPOLI. FINAL Y EPÍLOGO.

EUTANASIA


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Caminó entre los árboles del dodecaedro dieciocho hasta llegar al abedul número cuarenta. Allí estaba Afrah esperándolo como lo prometió. Enri se le acercó sugestivamente, pero ella no estaba de humor para flirteos, y fue al grano: el géiser de agua potable de Edrópoli se secaría en un par de años y sólo quienes pudieron pagar la cuota para la construcción de una nave para su familia se irían de la trampa mortal que es el planeta, y posiblemente quedarían a salvo de morir de inanición o hervidos en ácido. Enri entendió que la esclavitud de Thelma, sus hijas y su nieta no se trataba sólo del dinero de Pedro, sino de asegurarse un lugar en su nave. 

Para entonces, después de descubrir que su hermano David estaba implicado, Enri ya sabía que la estupidez del búho telepático era un sistema de espionaje. Ahora le quedaba claro lo que monitoreaban: que los que no podían pagar no se enteraran de su destino fatal. Según Afrah, Morek era sólo el principio de la implementación de un pensamiento mágico y absurdo que desviaría a la gente de lo que en realidad importaba en Edrópoli: la ciencia. A Enri esa última teoría le pareció demasiado o, más bien, imposible. Pero ninguno de los dos le vio el caso a discutir, cuando podían investigar. 

Durante las bodas de su hermano, cuando Enri escuchó que Beatriz, la prima de Clarisa, se dedicaba al tráfico de cerebros artificiales, no dudó ni un instante en pedirle una lista de sus contactos en el mercado negro. Alguno de ellos tendría que haber proveído el cerebro de Morek. Beatriz había presenciado una escena sospechosa en que planeaban un proyecto especial, por lo que supuso que Miriam, su exjefa, sabría algo y le dio la dirección.   

Era una bodega vacía, impecable. Adentro, un grupo nutrido armaba una nave. Entre ellas estaban Suzette y Apolonia, las falsas seguidoras de Enri, en realidad miembros del club Anarquista. 

Cuando Apolonia vio que Enri las había descubierto, se quitó la máscara protectora con resignación.

—Enri, esto ya se acabó. Tenemos que hacer las cosas lo mejor posible.

Les explicaron, sin disfrazar la información, que lo de procurar que no todos se enteraran de que se acercaba el fin era un acto de misericordia. Enri y Afrah salieron de allí alicaídos.

—A pesar de que no has dejado de intentar seducirme, sé que te sientes mal—señaló Afrah de pronto— Todos estamos así, supongo…

—Además de las traiciones de dos personas que consideraba mis amigas, está una peor: la de mi hermano. Resulta que para ganar un dinero extra se encargaba de darle mantenimiento al aparato. Al búho lo dejaron en el bar por eso.

Hubo una pausa larga.

—Sabes, tu amiga tiene razón. Creo que somos la generación que lo arruinó todo, dejemos de jugar, nuestras teorías de conspiración y esas traiciones no exis…

—¡No! Nuestro compromiso es vivir esto como una realidad, hasta las últimas consecuencias. Y las traiciones existieron de cualquier forma.

—Iba a decir que tenemos que hacer un esfuerzo para acabar con dignidad, al menos. Sabes lo que nos pasaría si no quedamos con estatus de sobrevivientes.

Se miraron a los ojos, y decidieron que la “misericordia” no era su idea. El búho seguía en el bar Prisma, y lo usarían para enterar a todos. Declarar el estado de emergencia era lo correcto.

No obstante, ya iban tarde. David y Clarisa tenían la orden de la Oficina para efectuar el gran acto final de esa “misericordia”: practicarle la operación eutanasia a Edrópoli. Al menos así habría democracia: todos muertos. Clarisa y David se reunieron por última vez en la base donde fincarían su morada, que ahora era sólo añicos desperdigados por el universo. Tras un largo abrazo, ambos se perdieron en opuestos horizontes: ella era la encargada de apagar la imantación de cimientos en el dodecaedro uno, después de que él encendiera la inundación de ácido en el dodecaedro 40.

Enri, Afrah  y Mónica estaban a punto de programar a Morek, que a su vez estaba muy ocupado comiéndose un plato de botana que Rodrigo olvidó en la cocina, cuando el bar, y todo lo que existía sobre el planetoide se desplomó sobre el mar de ácido, que anegó todo Edrópoli. Así culminó el simulacro de hecatombe.

El panorama se puso negro durante una hora, y luego una voz mecánica anunció que el simulador del experimento Edrópoli, generación cincuenta, estaba apagado. La multitud de sujetos de prueba seguía aturdida en las cápsulas de reintegración. Muchos incluso habían nacido en el Edrópoli ficticio, y la adaptación a su nuevo entorno terrestre duraría, por lo menos, un par de años.

La Oficina está en el desierto del Sahara. Llevaban tres siglos recreando un pequeño planetoide hostil en un satélite gigante sobre el desierto, pero con atmósfera adecuada para la vida, llamado Edrópoli, descubierto en la cuarta dimensión en el año 3091. Un grupo de dos millones de personas, científicos y familias voluntarias de todo el mundo, vivían durante casi toda su vida allí, con el objeto de demostrar qué tan factible sería trasladar a la humanidad al planetoide en caso de que la tierra dejara de ser habitable. La convención era que vivieran como si realmente sus antepasados hubieran naufragado en el sitio, e hicieran sus vidas personales con los recursos disponibles. Al término de cada período, de un poco más de veinte años, se cambiaba el grupo, pero los avances y normas de los antecesores permanecían intactos.

Para buenos resultados, es decir, que lucharan por su vida como si en verdad fueran a perderla, a quien resultara “muerto” en el fin de Edrópoli, o se saliera del guion, lo amenazaban con quitarle su patrimonio, cuidadosamente resguardado en un banco de Suiza, y sus credenciales. Lo cierto es que no había represalias para nadie. El larguísimo experimento por fin terminó, y las conclusiones fueron que sólo podríamos sobrevivir en Edrópoli durante tres siglos, porque la única fuente de agua potable se terminaría para entonces, y que los vicios de la sociedad humana se reproducen inevitablemente. 

O al menos todo este culebrón fue lo que me contó papá cuando le pregunté cómo se habían conocido él y mi madre, Afrah, por qué la familia de la tía Clarisa no lo traga, y cuándo empezó Mónica su carrera política. La verdad es que no hay rastros del Programa de Simulación Edrópoli, según él porque era ultra secreto, nadie más me ha hablado de eso, y don Enri será mi padre y todo, pero tengo que reconocer que no las tiene todas consigo...

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