Si el alma fuera un cuerpo, no sería posible vivir.
Seríamos cadáveres pudriéndose en el olvido
cabezas rotas al no hallar dónde reclinarse,
un rostro sangrando disparates propios y ajenos
pechos marchitos e inflamados de pérdida,
que supuran los restos de corazones pisoteados
por un ejército de amor no correspondido
y cenizas de pulmones secos por una ráfaga de amenaza,
rodillas y pies triturados de tanto andar hacia ninguna
parte.
No seríamos más que un despojo de vida,
Un experimento aberrante sin conclusión ni sentido,
Festín de buitres y miseria.
Por eso es quizá mejor que se mantenga intangible,
resistente a toda ciencia y análisis,
pero capaz de mutar su forma;
aunque al estar enredada su sustancia entre los nervios
el dolor sea inequívoca y venturosa señal de su presencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario