Armanda

La primera, Napay, con su corazón
de fuego, mantuvo tibio el reino, Edo lanzó su escarcha sobre los valles, donde
se formaron los más frescos lagos, Holok se encargó de remover y fertilizar la
tierra hasta que quedó lista para sembrar, y Malij dominó los huracanes que
soplaban allí y despejó el cielo. Así nació el gran reino de Spiria, con sus
bosques paradisíacos, castillos, fortalezas y ciudades señoriales, que se
irguieron en medio de la prosperidad y la belleza. Lo único que Etia le ordenó a
Arzo fue que nunca permitiera que las dragonas estuvieran en contacto con nadie,
ni siquiera entre sí. Debían permanecer en soledad, pues de la paz de sus
corazones mágicos dependía la vida en Spiria, y zonas aledañas. Arzo obedeció y
designó sus hogares con sabiduría: llevó a Napay a apagar su ardor y
agresividad en las tranquilas aguas del lago del Tiempo Perdido, a Edo, la
perezosa, la llevó a las montañas, para que le costara un poco de trabajo
conseguir alimento y se ejercitara, a Holok la encerró en el palacio de Bron, vacío entonces, para que no aplastara
a nadie por accidente, y el destino de Malij lo mantuvo en secreto, pero la
Malij actual tenía que seguir con vida, o de lo contrario todos estarían
muertos.
Esta historia, que casi nadie
sabía completa, la bruja Mirta tuvo que contársela a Armanda, que tenía el plan
de atrapar a Napay y cobrar la recompensa para ayudar a su villa, que estaba en
la miseria porque a nadie le gustaban las brujas, ignorantes de que le debían
la vida a una de ellas.
Armanda entendió que no debía
propiciar que mataran a Napay, a menos que quisieran vivir en una tierra gélida
y comer carne cruda, pero también advirtió que dos de las dragonas ya no
estaban en sus lugares originales, pues el rey Nain había tomado a Edo como
animal de guerra y había sacado a Napay del lago, lo cual además la puso furiosa. Eso explicaba
el mal clima que hacía, cambiante y extremoso, y lo delicado de la situación. Mientras
observaba arremolinarse las nubes negras a través de un ventanal, le escribió
una carta a su antiguo enamorado, el coronel Valiant, donde, además de
reclamarle su cobardía, le explicaría lo importante que era regresar a Napay al
lago y a Edo a las montañas. Pero Valiant nunca contestó, y no
sólo no dio señas de interceder para regresar a las dragonas a su sitio, sino
que, en ese intervalo, Nain sacó a Holok del palacio del duque de Bron, y la
liberó.
Por ese tipo de cosas, Nain era
impopular entre sus súbditos. A diferencia de su abuelo, Arzo, y su padre, que
habían sido jefes de estado ejemplares, Nain buscaba imponer una autoridad que
de natural no inspiraba, al tomar decisiones arbitrarias o represoras, y, en
definitiva, éstas eran las peores en todo su mandato.
A Arzo, que aún vivía cuando Nain
y Facio eran niños, Nain le parecía un pequeño petimetre acomplejado, por lo
que mostraba una inmensa predilección por Facio, que tenía un carácter y una
inteligencia brillantes, siempre resaltadas por su apostura. Lamentaba que
fuera Nain, y no Facio, quien heredaría el trono. Los hermanos nunca se
llevaron bien, porque vivían en mundos distantes. Mientras que Nain tenía
obligaciones políticas desde muy joven, Facio se volvió una celebridad, al cual
sus seguidores consideraban un intelectual rebelde, y sus detractores un
hedonista condescendiente. Entretanto, él se denominaba a sí mismo un "humilde
pensador". Al irse haciendo hombres, Nain
debía guardar estrictos moralidad y decoro, a la vez que Facio se permitía toda
clase de excesos, y mientras que el primero se casó con la mujer más
conveniente para estrechar lazos con el país vecino, el otro desposó a la mujer
que menos les agradaba a sus padres, con el expreso objetivo de contrariarlos:
una albina cuya madre había abandonado en las puertas de un convento porque sus
ojos rosas y su cabello blanco le parecieron diabólicos.

Armanda recordaba esto,
preocupada aún por el destino de Spiria, cuando discurrió que, precisamente,
Facio era la única persona interesada en, por lo menos, recuperar a Holok.
Tenía que buscarlo, y ésta vez lo obligaría a escuchar...
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CONTINUARÁ...
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