Edo, la gran mula.
Para Valiant, ese día fue demasiado. Como coronel de la
cuarta división del ejército del rey, y en medio de una contingencia como la
que vivía Spiria en aquel momento, sus obligaciones se multiplicaban. Además, aquella bruja tuvo el tino de enviarle otra de sus cartas…
“Perdóname por la terrible afrenta de haberte dicho que te
amo. Te ofendí en lo más profundo, al hacerte saber que tu felicidad es
prioritaria para mí, y el remordimiento me perseguirá durante algunos años (no
creo que muchos). Pero, olvídalo, ahora debes poner atención a lo…”
En fin, no tenía caso seguir leyendo. Si Armanda no entendió
que sólo se estaban divirtiendo, era problema de ella. Lo realmente importante
era que en el castillo de Thesia continuaba el ambiente agitado, por la disyuntiva de si liberar al dragón del ejército, Edo, para que luchara contra el
temible dragón Napay, o abstenerse de intentarlo. Esa noche quedó prácticamente
decidido, pues las masas ya habían puesto clara su posición al manifestarse
al frente del palacio exigiendo la muerte de Napay, que acechaba sin piedad en los bosques
a las honradas familias de Spiria. Pero lo que se tenía que resolver al interior del castillo ya no era precisamente eso.

Pero aún quedaba una esperanza, el tercer dragón: Holok, el
apisonador. No obstante, le pertenecía al hermano del rey, Facio, duque de Bron, y era difícil pedirle algo a ese tipo oscuro, amargado y cínico. Finalmente, aunque no había nada que rehúsara más, el rey se decidió
visitarlo para pedirle su colaboración.
--Prefiero convertirme en rata de catacumba y que un perro de feria me coma vivo, antes que prestarle el dragón a tu ejército corrupto.
Dijo Facio con tranquilidad, sentado en su sillón, tras lo cual se levantó y se encerró en otra estancia de su palacio.
--Prefiero convertirme en rata de catacumba y que un perro de feria me coma vivo, antes que prestarle el dragón a tu ejército corrupto.
Dijo Facio con tranquilidad, sentado en su sillón, tras lo cual se levantó y se encerró en otra estancia de su palacio.
Más tarde, un niño de las montañas Yet corrió aterrado a
avisar a su familia que había percibido una enorme sombra de reptil sobre las coníferas, y éstos enviaron el mensaje hasta Thesia, pero Edo no quiso salir de la torre para vigilar la zona aunque le pusieron la
cadena al cuello y lo intentaron arrastrar.
El rey se enfureció, no porque parte de su regimiento terminó herniado tras ésta última acción desesperada, sino al darse cuenta
de que no se había respetado su autoridad dos veces en el mismo día. Como
consecuencia de ello, en lugar de limitarle los lujos a su mascota mimada,
ponerlo a ejercitarse para bajar aquella panzota de kilómetros y obligarlo a proteger a todo ser viviente en los alrededores, decidió orillar
a su hermano a no tener otra opción más que, no sólo prestar, sino entregar a
Holok al gobierno…
Dragon image courtesy of vectorolie at FreeDigitalPhotos.net
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