Bianca es enfermera y tiene tres hijos, pero su pasatiempo siempre fue
coleccionar fotografías de cosas y lugares abandonados, y hasta ha recogido uno
que otro cachivache que guarda en el garage, para desagrado de su esposo. Uno
de sus objetos favoritos son los automóviles destartalados que se quedan estacionados para siempre, o
más bien hasta que los remolca la grúa, en alguna calle o a la orilla de la
carretera. Le atraen porque estimulan su imaginación: tal vez era de un ladrón
de bancos que tuvo que huir y dejar el auto robado que no arrancaba, de alguien
solitario que falleció, por lo que nunca pudo regresar por su vehículo, o procedía de una historia sórdida que involucra cadáveres, armas o millones de
dólares bajo la tapa oxidada de una cajuela que nadie levantará jamás.
La verdad es que Bianca tiene
razón, y detrás de lo abandonado hay siempre una historia interesante, si no es que varias, y la que ella descubrió gracias a su pasatiempo podría decirse que es
inspiradora.
Cuando vivían en Tepoztlán, Bianca trabajaba en la clínica, y su esposo era guía de turistas. En una ocasión en que él se rompió una pierna, Bianca lo relevó porque necesitaban mucho el dinero. Mientras les mostraba la exuberante naturaleza
tepozteca a cinco colombianos y a un par de canadienses vestidos cual
exploradores de la jungla en los 50’s, descubrió en la carretera lo que quedaba
de lo que algún día fue una bonita combi azul cielo, y se detuvo un momento
antes de continuar con la expedición al cerro para tomar una instantánea más
para su nutrida colección. Lo raro fue que en los años consiguientes aquella
combi descascarada, a pesar de que siempre tenía las llantas ponchadas y en
lugar de asientos albergaba un maremágnum de basura, comenzó a aparecer en
distintos, pero muy distintos lugares. Cuando la familia de Bianca se mudó a
Cuernavaca, volvieron a verla en una calle del centro. Luego a ella le pareció distinguirla de
nuevo en la ciudad de México cuando llevó a su hijo mayor a instalarse, después la reconocieron retratada en una tarjeta postal de Tijuana, y finalmente en un basurero
municipal cuando visitaba a su hermano en Oaxaca. Como se los comentó a sus
amigos y familiares, varios tomaban una fotografía cada vez que se encontraban
una combi azul abandonada en diversas ciudades y pueblos, y se la enviaban a Bianca, preguntándole si se trataba de la misma. Para la mayoría la respuesta era afirmativa, aunque cada vez, como es lógico, aquella lucía más
estropeada. Al cabo de más de una década, el misterio de la combi azul siguió intrigando a propios y extraños, pero la única que tenía un registro de cada lugar en que alguien la detectó
era Bianca. Cuando sus hijos eran adultos, y ella y su esposo ya no tenían que trabajar todo el día, por fin pudo revisar si existía algún patrón en las apariciones de la vagoneta. En efecto, encontró dos: que su trayecto era siempre de norte a sur por el este, de sur a norte por el centro, y luego otra vez de norte a sur, pero por el oeste, y también que cada vez que la avistaron algo maravilloso se leía en las noticias locales del poblado en
cuestión: una familia que encontraba el dinero que necesitaba para la operación
de un niño en un sobre deslizado bajo la puerta, vagabundos que amanecían junto
a ua caja llena de comida fresca, escuelas rurales que
encontraban innumerables cajas de libros en la puerta, una mujer a punto del
suicidio que recibió un alud de cartas que la persuadieron, o una banda de
asaltantes que apareció una mañana amarrada en mitad de la avenida principal,
mientras que todo lo que se habían robado llegó por paquetería a la casa de sus
auténticos dueños.
Bianca comenzo un blog titulado "La combi azul", en que publicaba todo esto y pedía a los visitantes de la página que cooperaran para seguir investigando si continuaba por allí. El asunto suscitó cierto interés, pero ya nadie pudo fotografiarla de nuevo. No obstante, el fervor religioso de algunas personas hizo que empezaran a creer que aquella combi era algo así como la humilde señal del cielo de que un ángel había descendido a operar un milagro. Es cierto que era el medio de transporte de un ángel, pero no venía exactamente del cielo. Así lo supo Bianca cuando, finalmente, el blog recibió el comentario que aclaraba el misterio.
Bianca comenzo un blog titulado "La combi azul", en que publicaba todo esto y pedía a los visitantes de la página que cooperaran para seguir investigando si continuaba por allí. El asunto suscitó cierto interés, pero ya nadie pudo fotografiarla de nuevo. No obstante, el fervor religioso de algunas personas hizo que empezaran a creer que aquella combi era algo así como la humilde señal del cielo de que un ángel había descendido a operar un milagro. Es cierto que era el medio de transporte de un ángel, pero no venía exactamente del cielo. Así lo supo Bianca cuando, finalmente, el blog recibió el comentario que aclaraba el misterio.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario